martes, 25 de noviembre de 2008

Cultivo de rábanos en invernadero

Cultivo de rábanos en invernadero


Son fáciles de cultivar en el invernadero sin calefacción. Sólo hay que esparcir las semillas por el suelo y pasar el rastrillo por encima, o bien sembrarlas en cajas de semi­llero.

Se recolectan al cabo de un mes y no presentan ningún tipo de problemas.

Cultivo de tomates en invernadero

Cultivo de tomates en invernadero


Tratamiento del suelo:

Para preparar el suelo se añade al menos media carretilla de compost bien maduro por cada 0.8 m2. Merece la pena añadir, si se tiene, algo de ceniza de madera, harina de pescado u otro fertilizante rico en potasio.


Multiplicación:

Se siembran las semillas en la última semana de enero, en el invernadero si tiene calefacción y si no, en el interior. Se siembran en cajas de semillero con un buen compost patentado. Merece la pena com­prarlo en un establecimiento acreditado pues la canti­dad necesaria es pequeña y los resultados son importan­tes para la economía familiar. Sin 'embargo es posible prepararlo uno mismo. Si no se tiene germinador hay que mantener la caja a 21 °C de día y a 19 °C de noche para lo cual se la cubre con un vidrio cubierto con periódicos. Conviene enjugar la cara inferior del vidrio cada día para evitar que caigan gotas sobre las plantitas.


Al cabo de ocho o diez días, en cuanto se hayan des­plegado las diminutas hojitas, se repican las plantas en macetas de tierra o turba con una separación de 8 cm.


Después de unas tres semanas cuando las plantas de las macetas estén ya bien desarrolladas, se las trasplanta al bancal con una separación de 40 cm. Al lado de cada una se coloca una vara para que trepe. En el caso de las macetas de turba se ponen éstas completas; con las de arcilla se saca con cuidado el ejemplar y se lo planta. Se riega una vez.


Es posible asimismo cultivar tomateras en macetas u otros recipientes sin necesidad de bancal. En este caso se usa otra clase de compost en macetas de 25 cm.


Cuidados durante el crecimiento:

La temperatura en el invernadero ha de mantenerse a 19-23 °C durante el día y sin bajar de 10 °C durante la noche. Esto es posible durante la mayor parte del año sin necesidad de calefacción. Con los tomates sembrados a principios del invierno hace falta algún tipo de calor artificial. Debe mantenerse bien ventilado el invernadero; a los tomates no les favorece una atmósfera viciada y húmeda. Hay que regar en abundancia —sobre el suelo, no sobre la planta— si las hojas comienzan a marchitarse, pero no en exceso. Un buen empapado una vez a la semana es lo más conveniente.


Hay que despuntar los brotes laterales. Cuando el fruto comienza a madurar se arrancan algunas hojas para que el sol le alcance si es necesario, pero sin exce­derse pues ellas son las que hacen crecer a la planta. No debe abonarse en demasía. Lo adecuado es cada dos o tres semanas un cubo de compost o estiércol líquido, o bien de infusión de consuelda.


Un método muy bueno de cultivar tomates en inver­nadero es en sacos de turba. Se trata de sacos de plástico que se compran llenos de turba o de un compost preparado especialmente para este fin. Aparte de que se obtiene de ellos más de lo que cuestan, el compost o la turba acaban por dar fertilidad al huer­to. El cultivo en anillo da también buenos resultados en el invernadero.


Recolección:

Los tomates se recogen cuando están maduros. Se hace desde mediado el verano hasta el comienzo del otoño. Después, se arrancan los verdes que quedan y se guardan en un cajón para que ma­duren.

Cultivo de Uvas en invernadero

Cultivo de Uvas en invernadero


Tratamiento del suelo:

El suelo para las vides debe estar bien drenado. Hay que hacer una cava profunda y aña­dir fosfato mineral y potasa. Si el pH es inferior a 7, debe encalarse.


Multiplicación:

Se compran vides de un año en un vivero o se multiplican por esqueje del mismo modo que se hace con las de exterior. Las de inverna­dero pueden plantarse dentro y fuera del mismo. Si se dispone de calefacción, es mejor hacerlo directamente en el suelo. Sin embargo, si se carece de ella, lo más conveniente es plantarlas en un bancal bien preparado situado por fuera del invernadero y hacerlas entrar en él a través de aberturas adecuadas en las paredes.


Cuidados durante el crecimiento:

Las vides deben emparrarse por la pared orientada al sur del invernade­ro. Debe dejarse que cada una se extienda hasta formar seis ramas verticales fuertes que se atarán de modo per­manente a la pared.


Conviene suponer entonces que estas ramas vertica­les están a nivel del suelo y emplear el método de poda de Guyot usando los pares de ramas laterales que surgen de las anteriores. De esta manera es posible cubrir toda la pared con ramillas fructíferas.


Recolección:


Los racimos se cortan con podaderas cuando sus rabos comienzan a ponerse pardos.

Cultivo en invernaderos

Cultivo en invernaderos


La función primaria del invernadero consiste en la ger­minación de semillas y el cultivo de especies delicadas como los tomates y los pepinos. Por consiguiente, resulta muy conveniente tener alguna clase de invernadero en cualquier huerto, salvo en los más pequeños. En éstos las semillas pueden multiplicarse en el alféizar de una ventana.


Existe, desde luego, una variedad enorme de invernaderos y hay que meditar muy bien sobre cuál es el que mejor responde a las necesidades y al peculio de cada uno. Lo aconsejable es comenzar por consultar el mayor número posible de catálogos de proveedores, visitar tantos invernaderos como se pueda y pedir la opinión de sus propietarios.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Cultivos de invernadero

Cultivos de invernadero


La única crítica que yo haría de los planes divinos es la de que los tomates prosperen en condiciones de temperatura y humedad tan distintas de las de los pepinos, y que ambas especies sean las más valiosas que se pueden cultivar bajo vidrio. Sin embargo, este inconveniente tampoco es el más importante ya que ambas especies se pueden cultivar perfectamente fuera del invernadero en climas mediterráneos.


Hay tres cosas que se pueden hacer: construir dos invernaderos, dividir uno en dos mitades y utilizar el invernadero para cultivar pepinos, berenjenas, melones y otras hortalizas que prefieran la humedad y cultivar los tomates en un miniinvernadero al aire libre. (El problema desaparece, desde luego, si el clima permite cultivar las tomateras al exte­rior sin ningún tipo de protección).


Si se divide el invernadero en dos partes, recomiendo reservar una sección muy pequeña para cultivar algu­nas tomateras tempranas en invierno y pepinos en verano. La porción principal queda entonces destinada al más importante de los cultivos, los tomates en verano; que estará dedicada a las lechugas en invierno. La información que viene a continuación sobre cada uno de los cultivos pretende complementar la contenida en los ca­pítulos sobre el cultivo de las hortalizas y el de los frutales

viernes, 21 de noviembre de 2008

El riego de las plantas de invernadero

El riego de las plantas de invernadero


El riego de las plantas en invernadero es difícil y requiere mucho discernimiento. El exceso es contrapro­ducente y llega a matarlas. Pero el riego escaso y fre­cuente no es una buena política. Las plantas necesitan un buen empapado de vez en cuando y en los períodos de sequía.


Para comprobar si una planta necesita riego hay que clavar una broqueta en la tierra. Si sale limpia y seca hace falta regar. Si aparece con partículas adheridas es que la planta tiene el agua suficiente. Otra indicación se obtiene al golpear las paredes de las macetas de arcilla. Si suenan a hueco hay que regar, en caso contrario no hace falta.


Como regla general no debe regarse el follaje. Hay que verter el agua sólo sobre la tierra. Debe hacerse por la mañana, nunca por la noche; a las plantas no les gusta pasar las noches húmedas y frías. No debe utili­zarse agua helada; si es posible se la usará a 21 °C que es la mejor temperatura para las plantas de invernade­ro. Conviene tener un pilón pues así el agua adquiere la temperatura del aire ambiente.

martes, 11 de noviembre de 2008

El suelo del invernadero

El suelo del invernadero



En el caso ideal, el suelo de un invernadero permanente debe ser "artificial", es decir, no debe ser el original del lugar sino traído de fuera. Una buena mezcla es la siguiente: una parte de turba de musgo y esfagnos, otra de arena gruesa y dos de buena tierra de jardín. Si se echa a esta mezcla un cubo de vermiculita o perlita por cada carretilla, tanto mejor. La vermiculita y la perlita son productos a base de roca fragmentada que mantie­nen suelto y aireado el suelo; carecen de valor nutriente por sí mismos.


Mucha gente esteriliza el suelo antes de ponerlo en el invernadero y repite la operación cada año. Si se cultiva la misma especie año tras año es necesario hacerlo a fin de evitar la aparición de enfermedades. Yo prefiero sacar la tierra en la que he cultivado tomates y susti­tuirla por otra nueva.